Ante dificultades pastorales, todo se arregló fácilmente...
Un sacerdote devoto.
Su paso, como el de Cristo, ha dejado una huella imborrable...

La figura del cardenal Sancha y su presencia en el caminar de la fundación de nuestro Instituto ha supuesto en mí el pasar de una simple admiración por la manera de vivir como cristiano y consagrado, a DESCUBRIR en él una mediación humana en mi vida, pues con su fidelidad y generosa respuesta a la llamada de Dios de “SALIR” Y PONERSE EN CAMINO FIÁNDOSE DE DIOS, supo colaborar con respeto a poner en marcha el carisma que el Espíritu Santo regalaba a la Iglesia por medio de Dolores Sopeña, carisma tan necesario para el contexto y realidad concreta de aquel tiempo, a la vez que pensó en mí, pues el carisma que regaló a Dolores Sopeña es el molde hecho a mi medida para vivir mi respuesta a su llamada.
En mí se ha ido despertando un gran deseo y necesidad de mirar al Cardenal con más profundidad, he ido adquiriendo más conocimientos sobre él por medio de escritos sobre su vida, muchas llamadas he sentido por medio del libro “Pastor y Primado en el amor” de Carlos Miguel García Nieto, que si la motivación de escribirlo fue por una necesidad de sus estudios, Dios se sirvió de él para dar a conocer la vida del Cardenal como un nuevo paradigma de este tiempo, y ha sabido mirar al Cardenal con los ojos del corazón de Dios para transmitir con tanto cariño una vida tan llena. (¡GRACIAS, Carlos Miguel!)
Personalmente, el mirar a Sancha con profundidad ha despertado en mí un estilo de hombre nuevo y siento nuevas llamadas que intento poner de mi parte para llegar a vivirlo como él:
En mí se ha ido despertando un gran deseo y necesidad de mirar al Cardenal con más profundidad, he ido adquiriendo más conocimientos sobre él por medio de escritos sobre su vida, muchas llamadas he sentido por medio del libro “Pastor y Primado en el amor” de Carlos Miguel García Nieto, que si la motivación de escribirlo fue por una necesidad de sus estudios, Dios se sirvió de él para dar a conocer la vida del Cardenal como un nuevo paradigma de este tiempo, y ha sabido mirar al Cardenal con los ojos del corazón de Dios para transmitir con tanto cariño una vida tan llena. (¡GRACIAS, Carlos Miguel!)
Personalmente, el mirar a Sancha con profundidad ha despertado en mí un estilo de hombre nuevo y siento nuevas llamadas que intento poner de mi parte para llegar a vivirlo como él:
- Mirar, conocer y enamorarme de Cristo para configurarme con Él. Hacer la Voluntad del Padre haciendo vida el “Tomad Señor y recibid...”
- Mirar como Jesús a las personas y oír los gritos de dolor de los que más desfigurada tienen la imagen de Dios y viven más abandonados por la cultura del descarte.
- Contemplativo en la acción, con un alma de Cielo, corazón de fuego y voluntad de hierro.
- Ser presencia del rostro de Dios Misericordia.
- Agradecer y responder a la Misión que me ha encomendado en la extensión de su Reino.
- Pido al cardenal Sancha que me ayude a hacer vida todo lo que su VIDA ha despertado en mí.
¡GRACIAS, CARDENAL SANCHA, POR LA HUELLA QUE NOS HAS DEJADO!
María de Miguel
(Instituto Catequista Dolores Sopeña)
Tanto nos amó, que dio su vida por nosotras...
El 25 de febrero pasado pude asistir en la catedral de Toledo a la santa Misa celebrada por el Sr. Obispo Auxiliar, D. Ángel, en el 106 aniversario de la muerte del beato Cardenal D. Ciriaco María Sancha, para mí tan querido por ser él quien siendo obispo de Ávila fundó la primera Trapa en España en Tiñosillos (Ávila).
Mi relación con él en estos momentos es de una intensa gratitud: descubro en él un amor total como fundador, como padre, que con una atención particular atendía a las hermanas fundadoras, tanto en las necesidades materiales como espirituales. Ante sus reliquias es lo que me emociona: "Tanto nos amó, que dio su vida por nosotras". Y la oración suplicándole nos siga ayudando a la Comunidad hoy trasladada a Navarra y sus fundaciones en Murcia y Galicia.
Y por último quiero expresar dos deseos:
Que en este año de la Vida Consagrada fuera invocado como Patrón de los Seminarios y Noviciados, tanto de la vida activa como contemplativa, por los que dentro de su actividad eclesial tanto trabajó y apoyó.
Y que sea reconocido como milagro la curación de la que tenemos noticia, para que sea posible su pronta canonización.
Hna. Asunta Vergara
(Trapense Cisterciense. Monasterio de Alloz)
¿Casualidad o milagro?...

Al llegar a la Catedral nos dijeron que había que pagar para entrar (para poder ver los museos). A la chica que vendía las entradas le dije que sólo veníamos a rezar al cardenal Sancha. "No te voy a hacer pagar por eso, te acompañaré hasta su sepultura y luego volveis a salir conmigo" -me dijo-. Fue super amable. Ese fue el primer milagro, no tuvimos que pagar. Después de rezar vino el segundo milagro, resulta que esa chica era familiar del cardenal Sancha, de la familia Hervás. Me emocioné cuando me lo contó. Al salir de la Catedral, le conté el motivo de la promesa. Me dijo "¿tienes la vida del Cardenal?" No -le dije-. "Pues yo te la regalo". Y me dio un libro con su vida. ¿Es o no un milagro?: Entramos sin pagar, nos lleva hasta su tumba, es familia del Beato y me regala su vida.
¡Gracias, cardenal Sancha, siga intercediendo por nosotros!.
Mª del Carmen Vázquez
Talavera de la Reina (Toledo)
La gente lo quería mucho...
Soy natural de un pueblo de Toledo, Villanueva de Alcardete. Siendo niño, a la edad de diez años, mis padres me llevaron a la catedral de Toledo, y junto a la tumba del Cardenal Sancha, me dijeron que allí estaba enterrado un obispo que quería mucho a los pobres. Me decían: “Mira, siempre hay flores. La gente lo quería mucho”. Después, con motivo de los exámenes de Bachillerato, y los posteriores estudios de Magisterio en dicha ciudad, me acercaba con frecuencia a rezar ante aquel testigo creíble de Jesucristo. Los estudios de latín me posibilitaron poder leer el epitafio que era síntesis de toda su vida: “Aquí yace el eminentísimo y reverendísimo doctor don Ciriaco María Sancha y Hervás, presbítero Cardenal de la Santa Iglesia Romana y meritísimo arzobispo primado de las Españas. Con celo ardiente de caridad se hizo todo para todos. Vivió pobre y pobrísimamente murió el día 25.2.1909. Orad por él”. Un epitafio como verdadera lección de humildad, pues aprendió a conocer, amar, imitar y colaborar con Cristo, infinitamente humilde.
Actualmente, como sacerdote de la diócesis de Getafe, tengo la dicha de participar de su espiritualidad, en la que destaca su amor a la Iglesia, con caridad hasta el extremo; su ministerio presbiteral y episcopal fundamentado en el amor a la Trinidad Santa con solicitud pastoral para que nadie quedase excluido; un pastor con auténtica espiritualidad de comunión, buscando en todo momento lo positivo que hay en el hermano de fe; el cuidado por los sacerdotes; la preocupación, la compasión y el compromiso con los pobres,… dibujan la personalidad de un santo, un hombre actual que nos trae luz en los “tiempos recios” que estamos viviendo.
Desde nuestra diócesis fuimos en peregrinación a Quintana del Pidio, su pueblo natal en Burgos. Allí celebramos la Santa Misa en el templo en el que fue bautizado y compartimos la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía con sus paisanos. Recorrimos las calles que fueron testigo de su infancia, adolescencia y juventud. Estuvimos en los campos que él labraba y trabajaba, campos que hicieron de él un pastor de los obreros, no se puede olvidar la peregrinación con 18.000 obreros a Roma en agradecimiento al Papa León XIII por su encíclica Rerum Novarum. Gozosa experiencia cristiana de amor a Dios y al prójimo.
Doy gracias a la Trinidad Santa por la vida cristiana de Ciriaco María, donde confió incondicionalmente en Dios, en todas las circunstancias, con aquellos meses de cárcel en Cuba, o en la enfermedad. Un hombre de oración, de amor a la Virgen María, de ahí su nombre, y amor al sacerdote “Virtud y ciencia les recomiendo, sin las cuales no se concibe a un sacerdote en la hora presente”. Se sintió siempre sacerdote con claro amor a los hombres y mujeres que pastoreaba, amor a su pueblo con una existencia coherente, profética y austera “procuren evitar todo gasto superfluo”. Una vida sencilla. Un testigo del amor de Dios que trae luz a la historia que nos corresponde vivir y evangelizar.
Gracias, Trinidad Santa, por tu discípulo Ciriaco María Sancha y Hervás, hijo de Ambrosio y de Baltasara.
D. José María Avendaño Perea
(Vicario general de la diócesis de Getafe)
Un pastor que olía a ovejas...

Estoy muy agradecida del Señor por haberme permitido la dicha de trabajar directamente en el proceso de beatificación del cardenal Sancha, durante 25 años. Por ser un proceso histórico, había que demostrar su santidad a través de sus escritos. Buscamos por los archivos donde él nació, vivió y ejerció su ministerio, en España, Roma y Cuba. Con los escritos encontrados elaboramos la Positio (su vida y virtudes).
Sancha practicó heroicamente muchas virtudes, pero de todas resplandece la CARIDAD. Desde niño vivió la pobreza, por eso pudo compadecerse de los pobres, eran sus predilectos. El fin que se propuso al fundarnos fue para DAR GLORIA A DIOS Y SERVIR A JESUCRISTO EN LA PERSONA DE LOS POBRES. Fundó además la primera Trapa femenina de España, para favorecer las jóvenes que, teniendo vocación, carecían de recursos para aportar la dote. Colaboró en la fundación de otras congregaciones, todas en beneficio de los pobres.
Me impresionó mucho su coherencia de vida, vivió lo que predicó; mandaba y vivía lo mandado. Veo en este proceso dos cosas: Sancha sigue, desde el cielo, socorriendo a los pobres, tanto en el aspecto económico, familiar y de salud, especialmente en enfermos terminales; y, como dice el Papa Francisco, Sancha, en todo su ministerio pastoral OLÍA A OVEJAS. Los pobres no tenían que ir donde él, él iba a los pobres, compartía merienda, los visitaba en sus casas, les ayudaba económicamente, y les solucionaba sus necesidades, hasta desprenderse de sus vestimentas para atender a sus pobres.
Sor Ignacia de Jesús Taveras Camilo, hccs
(Hermana de la Caridad del Cardenal Sancha)

Mi vocación a la vida consagrada siempre estuvo muy unida a Sancha, desde que ingresé al Colegio Santa Clara, en Santo Domingo, en el año 1968. Sancha ha estado siempre presente en mi vocación desde que le conocí, pero me ocurrió algo muy especial a mis 15 años, cuando ya estaba en el Colegio Santa Clara y era aspirante. Sucedió que tenía una fuerte gripe y mis padres fueron a buscarme y me llevaron a mi casa. Ya en mi casa y muy enferma me llevaron al doctor. Me recetaron un antibiótico muy fuerte y me dio un shock dicha medicina. Sentí que todo mi cuerpo se puso negro en manchas, los ojos se me brotaron y no tenía fuerzas, ni casi respirar. De inmediato lo único que pensé: ¡Me moriré y no soy religiosa del Cardenal! Le pedí a él con todo mi corazón: ¡Por favor, quiero pertenecer a la congregación, no me dejes morir!. Lo vi en mi mente a él y a las hermanas. Rápido llegó el doctor a mi casa. Le dijo a mis padres: Lo que ha pasado es grave y pudo haberse muerto. Rápido me puso la contraindicación y me fui recuperando poco a poco. Este hecho jamás lo olvido, y en todas las circunstancias de mi vida, he sentido su paternal protección.
Mi deseo es que sea reconocido como santo en los altares. Beato Sancha, ¡te amamos! ¡Intercede por nosotros!.
Hna. Pilar de la Cruz, SSC
(Sisters for the Church, New York)
Con fe y oración...

Para nosotros, su familia, fueron momentos muy difíciles verle en esa situación. Pero Dios y la Virgen María nos daban fuerzas cada día para confiar. Muchos amigos de la familia empezaron a rezar por mi padre, entre ellos una buena amiga le encomendó esta intención al cardenal Sancha, al que ella tiene mucha devoción.
Los días fueron pasando y su evolución era muy lenta, pero hacia delante. Cuando salió de la UCI aún estaba muy afectado tanto física como mentalmente. Se hacía esperar que iba a padecer secuelas de por vida, pero gracias a Dios y al cardenal Sancha -entre otros santos a los que nos encomendamos- fue despertando de ese letargo, y milagrosamente fue recuperándose día a día. Hoy al verle sonreir y valerse por sí mismo, comprobamos que la fe y la oración consiguen milagros, y mi padre es un buen ejemplo.
Le doy gracias al cardenal Sancha por su intercesión y a esta buena amiga por su oración diaria en aquellos difíciles momentos.
Almudena Valiente
Los Yébenes (Toledo)
Aunque pequeño, de corazón grande...

Cuando hablamos en la familia de él siempre es para nosotros “EL CARDENAL”: una persona pequeña, humilde y con un corazón grande, como buen castellano. En la familia lo hemos tenido siempre presente; desde que yo era pequeña mi madre nos hablaba del Cardenal, y también mi abuelo, que lo conoció en Toledo siendo ya cardenal, cuando él era un adolescente. En casa te cuentan desde pequeña su vida: como familia, como persona; vives con sus enseres, su ropa, sus recuerdos, todo lo que él había dejado en “La Casa Grande” (como se conoce en el pueblo a la casa del Cardenal).
Como familia de Sancha me siento muy orgullosa de su beatificación, más aún pensando en su canonización. A él le pido que proteja a todos sus seres queridos, a nuestra familia y al pueblo de Quintana, al que tanto llevó en su corazón.
Consuelo López Sancha
(Sobrina del cardenal Sancha, 4ª generación)
Lo que de él aprendí...

Acercarme
algo a su biografía me ha regalado lecciones maravillosas. Su doble orfandad me
enseñó que sólo de la uva pisada y del mosto fermentado en el silencio y la
oscuridad, se puede esperar buen vino. De sus múltiples oficios:
esquilador, sastre, herrero… aprendí que todo lo que hacemos va configurando lo
que somos. Su extrema sensibilidad ante la pobreza ajena me enseñó que la
casualidad no existe y que puede ser cierto aquello de que «la casualidad es
la Providencia divina cuando no quiere firmar». Su prisión en Cuba me
enseñó que la fidelidad a la Iglesia y al Santo Padre es una necesidad del
creyente. Su capacidad de perdón y amistad incondicional y para siempre me
enseñó que cada persona es un singular regalo que el Señor nos ofrece.
El beato
Ciriaco María Sancha es maestro, padre, hermano, amigo… alguien de quien puedo
casi sentir la mirada y la sonrisa como un palmadita de ánimo, como una
invitación a la caridad y un estímulo a la vida de santidad a la que fui
llamada desde el Bautismo.
María Digna Díaz, RMI
(Religiosa de María Inmaculada)
Una comunidad con misión orante...

Y este deseo de que una vida de oración que, como ofrenda permanente
llegara al corazón de Dios Padre por medio de su Hijo Jesús, revitalizase
la vida de la Iglesia y de la sociedad fue lo que le llevó a
realizar la fundación de la comunidad trapense de Tiñosillos, hoy en
Alloz, que sigue realizando esta misión orante.
La fuente inspiradora del Cardenal se encuentra bien expresada en las palabras que el Papa Pablo VI nos dirigió a
la Orden Cisterciense: “Qué excelente y fascinante para las almas es vuestra
vida, qué útil para la Iglesia... Los corazones de los hombres requieren, para
no secarse que el agua viva alumbrada por los contemplativos les llegue de un
hontanar secreto”. La llama mística de la vida monástica mantiene vivo en la
Iglesia y en la sociedad el conocimiento de Dios que se alcanza con la
experiencia y la luz que brota del contacto personal con Jesucristo en la
oración.
Por tanto en profunda comunión ofrezcamos al Señor nuestra oración por el Papa, por la Iglesia y por nuestra sociedad.
Que se vaya haciendo realidad el mandato de Jesús de amarnos unos a otros.
M. Rosa Santos
(Trapense cisterciense)
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